Entre 1821 y 1823 las provincias del centro de América tomaron una decisión. No querían ser ni españolas ni mexicanas sino, contra todo pronóstico, una república independiente. Sería el gran intelectual y principal ideólogo del proyecto nacional centroamericano, José Cecilio del Valle, el primero en articular las esperanzas de la joven nación.
Permítaseme hablar de las provincias centrales de América. No es ilusión, no es delirio. Es vaticinio alegre de la razón. Comayagua, León y Costa Rica, gobernadas por genios, serán ricas, poderosas y felices… Están en el centro de ambas Américas; y pueden ser el Emporio del mundo.
José Cecilio del Valle
A doscientos años de nuestra independencia, sus palabras suenan precisamente como una ilusión. Desde su fundación, la República Federal de Centroamérica estuvo marcada por conflictos internos—las provincias nunca abandonaron los localismos coloniales— y la amenaza externa de los vecinos México y Nueva Granada, sin mencionar los enclaves expansionistas británicos en Belice y la Mosquitia.
Las tensiones fueron creciendo hasta estallar la Guerra Civil de 1827. Esta enfrentó a latifundistas conservadores, liderados por el clan Aycinena en Guatemala, contra el gobierno liberal del General Francisco Morazán. Tras más de diez años de conflictos políticos y militares, el pacto federal se disuelve definitivamente en 1841 con la derrota final de Morazán. Antes de ser fusilado, el prócer declaró: “mi amor a Centroamérica muere conmigo”. Sus palabras son fatídicas ya que, a pesar de más de veinte intentos por reunificar Centroamérica, la patria grande nunca volvió a conquistarse.
Emociones encontradas
Los problemas económicos y políticos que enfrentaron los centroamericanos de ayer mutaron y siguen pesando sobre los centroamericanos de hoy. La región es conocida por sus altos niveles de violencia y corrupción, los cuales son causa y efecto de nuestra eterna pobreza. Las palabras de Del Valle suenan foráneas en una tierra donde millones migran por falta de oportunidades, y quienes se quedan enfrentan problemas más urgentes que la unión centroamericana. En este contexto, la identidad nacional adquiere necesariamente un carácter ambivalente; un coctel violento de emociones donde el enojo, la humillación y la impotencia suelen opacar (más nunca desplazar) al orgullo y al optimismo.
Tal caracterización puede verse en nuestra producción cultural y artística. Junto al pesimismo derrotista tiende a coexistir el amor a la patria; amor a lo que puede—y debe—ser una auténtica patria. Si bien en algunos casos tal patriotismo tiene un enfoque estrictamente local (salvadoreño, nicaragüense, guatemalteco…), hay una vena paralela en la cual se exalta una identidad más grande, propiamente centroamericana.
Las estrellas de la madrugada
sorprendían hablando de la Patria a los soldados.
Eras como una guitarra entre las manos del pueblo.
Al decir Centroamérica
se llenaban de aroma las palabrasOswaldo Escobar Velado – Así te cantarán mañana (Poema federal)
Más recientemente, la música urbana ha encontrado terreno fértil en Centroamérica. La guatemalteca Rebeca Lane y el salvadoreño Zaki se han posicionado no solo como dos de los raperos más talentosos de la región, sino como parte de una generación que ha encontrado en la identidad centroamericana un canto común. En 2018, ambos colaboran en la canción Soy Centroamérica, cuya letra explora el pasado y el presente de una tierra que vale la pena a pesar de sus problemas.
Somos hombres y mujeres de maíz
diferentes plantas pero una sola raíz
somos una tierra que lograron dividir
pero no nos quitaron el derecho a ser felizRebeca Lane – Soy Centroamérica
El mapa en mi cara me dice Centraka
No es coincidencia, entonces, que de la mano de estos brillantes artistas nazca uno de los proyectos culturales centroamericanistas más ambiciosos de todas los tiempos. En 2020, Zaki y los productores guatemaltecos Weedmacker y Leyton Eme (“bendito flow chapín-guanaco”) nos entregan el álbum Centraka; testamento a la visión de una Centroamérica dispuesta a verse en el espejo y pronunciarse una identidad propia.
Uno de los puntos fuertes de Centraka, como en todo buen proyecto de hip-hop, son sus colaboraciones. Además de la poderosa voz feminista de Rebeca Lane, el álbum cuenta con diversos artistas que lo inyectan de una gran variedad de estilos. La banda salvadoreña Adhesivo pone un toque de ska en Ciudad Terror, mientras que Jorge Gómez y Young Reos dan sabor tropical a Como Tú Sabes. Armados de una excelente producción musical y lírica, Zaki y Weedmacker se mueven fácilmente entre el trap, la cumbia y el funk; entre el orgullo centroamericano y la necesidad de mantener lazos con nuestros hermanos latinos.
Pero desde la óptica centroamericanista, no hay track más completo y definitivo que Lxs Chicxs del Barrio. Aquí se unen a Zaki, Weed y Rebeca varios talentos del hip-hop centroamericano: Mayki Graff de Honduras, SNK de Costa Rica, La Straw de El Salvador y los guatemaltecos Lou G y Gaby Bolten, para expresar sus visiones —diferentes pero convergentes—sobre nuestra región. Tal como dice la letra de la canción: se juntó el team que el Centro esperaba.
La voz de Centroamérica, mi tierra, soy mi gente
Mi país que vale más que un par de espejos que nos cambiaron por oroWeedmacker – Lxs Chicxs del Barrio
Centraka parte de una identidad común, indigenista y anticolonial, que está presente tanto en su arte como en sus letras: “Nahual en Ak’abal, mi protector es Lucio / Espíritu Jaguar, les anuncio el diluvio”. Se presenta al jaguar como símbolo de las culturas lenca y maya, y se plantea una continuidad entre el colonizador español y las nuevas élites políticas (“Presidentes corruptos con los días contados / llevamos luchando contra su estirpe por más de 500 años”).
A medida que progresa hacia el presente, Centraka pierde su romanticismo y muta en aquella ya mencionada mezcla de odio y amor, de optimismo y pesimismo. Basta con ver el contraste y la dualidad de sus letras, a veces incluso dentro una misma canción:
Tierra de calor, de color piel oscura
Tierra del amor, del horror, de locura
Tierra del ladrón que se viste de jura
Tierra del autor, de la muerte de un cura…Seremos potencia mundial, pronto será el momento (Ah, ye)
Del levantamiento de la América del Centro…(Soy) pupusas, soy shukos, soy pinto
Soy frío y calor, soy un clima distinto
Soy guerra y amor, soy trabajo en domingo…¿Dónde están los muertos?
¿El Cielo o El Infierno?
¿Dónde están los muertos
De América del Centro?Zaki y Weedmacker – ¿Dónde Están los Muertos?
Una comunidad imaginada en el centro de América
Más allá de su calidad artística y su denuncia social, ¿qué valor podemos encontrar en este proyecto? En su libro Comunidades Imaginadas (1983), Benedict Anderson explora el proceso mediante el cual se constituyen las naciones. Su tesis central habla de la nación como una comunidad socialmente construída, cuyos miembros se imaginan como parte de un todo. Para Anderson, la difusión cultural juega un papel fundamental en este proceso, ya que al dirigirse a un público común a través de símbolos e idiosincrasia compartidos, se consolidan la comunidad imaginada y sus solidaridades.
Es muy precipitado decir que Centraka y proyectos similares llevarán a la reunificación de Centroamérica, cuando ese tema ni se menciona en el álbum. Pero si partimos de la teoría de Antonio Gramsci de que la política sigue a la cultura, es un pequeñísimo paso en la dirección soñada por miles de centroamericanos. Tristemente, el gran obstáculo para que el arte nacional florezca son la falta de oportunidades y el poco apoyo institucional. En un ambiente tan hostil e indiferente, cada intento por difundir el arte y cultura de la región se vuelve indispensable.
Decime cómo lo logramos
Aquí no tenemos dinero de sobra
Ni disqueras ni radios ni representantes
para sonar en tu zonaRebeca Lane – Lxs Chicxs del Barrio
En Centroamérica no hay, ni nunca hubo, un camino claro para la reunificación. A los intentos formales del siglo antepasado se suman los más pragmáticos esfuerzos de integración económica, cultural y de movilidad del SICA o el CA-4. Los partidos políticos centroamericanistas son pequeños para lo grande que es el ideal morazanista, de manera que hoy por hoy no existen vehículos políticos para su realización. En una nota agridulce, lo que ayer fue una cuestión de utopías y sueños perdidos podría volverse una necesidad en un mundo cada vez más globalizado y competitivo.
Sea lo que sea que nos depare el futuro, los centroamericanos seguiremos juntos en nuestros libros y canciones. Morazán podrá haber muerto pero sus ideales eternos resuenan en nosotros como el rugido del jaguar.
Se trata de crear una República donde no había más que una colonia regida por un gobierno lejano…se trata de hacer ciudadanos a hombres que por tres siglos habían sido formados para que no lo fuesen jamás.
José Cecilio del Valle