2666 es un libro sobre muchas cosas.
Es un libro sobre escritores y artistas, residiendo en universos paralelos de locura y aspiración. El arte y la creación son plasmados como una obsesión que desconecta a muchos de la realidad cotidiana, como una locura incurable e incluso ridícula. Pero también es un camino que revela lo desconocido a través de una obstinación inapagable.
Es un libro sobre los horrores del mundo, que por más que queramos ignorar, siempre se asomarán recordándonos que están ahí. Incontables feminicidios descritos con un detalle forense se alojan en la mente, primero generando horror, y después insensibilidad. Las atrocidades que ocurren día a día nos demandan su atención, pero el dolor se vuelve tan grande que preferimos mirarlas como meras cifras.
La cuarta dimensión, decía, sólo era expresable mediante la música. Bach, Mozart, Beethoven […]. Según el director, la vida -tal cual- en la cuarta dimensión era de una riqueza inimaginable, etc., etc., pero lo verdaderamente importante era la distancia con que uno, inmerso en esa armonía, podía contemplar los humanos asuntos, con ecuanimidad, en una palabra, sin losas artificiales que oprimieran el espíritu entregado al trabajo y a la creación, a la única verdad trascendente de la vida, aquella verdad que crea más vida y luego más vida y más vida, un caudal inagotable de vida y alegría y luminosidad.
Es un libro sobre la belleza de lo mundano. Lo banal es lo que rodea nuestras existencias, las define estando presente en todo momento. Pero en esta inmovilidad del mundo es donde se ocultan sus verdaderos secretos, tan cerca de nosotros pero irremediablemente crípticos. A veces son las personas quienes menos enmarañan sus pensamientos quienes más entienden.
Es un libro sobre el abismo, ese quién sabe qué que se esconde dentro del mal y en nuestra desesperación existencial, que absorbe y traga cuando le tememos. Ese vacío que nos aterrará por siempre a menos que decidamos mirarlo cara a cara, aceptándolo como una parte crucial e inescapable de nuestra existencia.
Esa noche, mientras trabajaba en la puerta del bar, se entretuvo en pensar en un tiempo de dos velocidades, uno era muy lento y las personas y los objetos se movían en este tiempo de forma casi imperceptible, el otro era muy rápido y todo, hasta las cosas inertes, centelleaban de velocidad. El primero se llamaba Paraíso, el segundo Infierno, y lo único que deseaba Archimboldi era no vivir jamás en ninguno de los dos.
Es un libro sobre lo absurdo, sobre lo bizarra que es la existencia, sobre lo ridículas y divertidas que son muchas cosas sin sentido. Nos obsesionamos por personas que apenas conocemos, tenemos encuentros fortuitos al pasearnos, a un empleado de hotel se le ocurre decir “efectiviwonder”. Todo está lleno de colores brillantes y extravagantes: podemos marearnos o reírnos a carcajadas.
Es un libro sobre la trascendencia, esa sensación liberadora que sabemos que está ahí pero siempre nos elude. A veces se asoma y coquetea con nosotros, nos confirma que hay algo más, algo más grande. Siempre se vuelve a esconder y nos hace dudar, haciéndonos rogar por el momento en que volvamos a encontrarnosla en la calle.
En realidad nunca dejamos de ser niños, niños monstruosos llenos de pupas y de varices y de tumores y de manchas en la piel, pero niños al fin y al cabo, es decir nunca dejamos de aferrarnos a la vida puesto que somos vida.
Roberto Bolaño
Es un libro sobre no pertenecer, sobre no ser de ningún lugar. Ese sentimiento de estar presencialmente en alguna parte, pero con la mente perdida en un lugar diametralmente opuesto. Ese sentimiento en el que nuestro mundo interno tiene cientos de cosas importantes que decir, pero nos es imposible darnos a entender con los demás.
Es un libro sobre sueños. Sueños manifestados en el subconsciente, revelando el tumulto en nuestras almas y explorando nuestros miedos y aspiraciones, lo que fue y lo que podría ser. Y también los sueños que aparecen cuando tenemos los ojos abiertos, los que nos hacen desear algo mejor. Aún estando atrapados en el infierno de Santa Teresa, muchos no pueden evitar alzar la mirada y contemplar las estrellas.
Soy americano. ¿Por qué no dije soy afroamericano? ¿Porque estoy en el extranjero? ¿Pero puedo considerarme en el extranjero cuando, si quisiera, podría ahora mismo irme caminando, y no caminar demasiado, hasta mi país? ¿Eso significa que en algún lugar soy americano y en algún lugar soy afroamericano y en algún otro lugar, por pura lógica, soy nadie?
Es un libro de surrealismo Lyncheano, con locaciones cotidianas impregnadas de un aura incómoda donde las cosas no cuadran. Establecimientos como el Rey del Taco con sus caricaturescos murales incomodan de sobremanera a sus visitantes. Imágenes como una virgen de Guadalupe fuera de lugar, un club con luces verdes y rosadas, y un general de la segunda guerra mundial crucificado por sus propios subordinados se quedan tatuadas en la mente.
Es un libro sobre la historia y el paso del tiempo, que recuerda a algunos e irremediablemente borra a incontables más. Los cadáveres de mujeres en el desierto de Santa Teresa cubiertos por las arenas del tiempo, el desgastado diario de un soldado europeo, las novelas de un admirado escritor, taxistas que jamás volverán a ser vistos: algunos serán recordados, pero al final el tiempo se lo comerá todo.
En el parking de Charly Cruz había un mural pintado sobre una de las paredes del cemento. El mural era de un par de metros de largo y tal vez tres metros de ancho y representaba a la Virgen de Guadalupe en medio de un paisaje riquísimo en donde había ríos y bosques y minas de oro y plata y torres petrolíferas y enormes sembrados de maíz y de trigo y amplísimas praderas donde pastaban las reses. La Virgen tenía los brazos abiertos, como en el acto de ofrecer toda esa riqueza a cambio de nada. Pero en su rostro, Fate pese a estar borracho lo advirtió de inmediato, había algo que discordaba. Uno de los ojos de la virgen estaba abierto y el otro estaba cerrado.
2666 es un libro sobre la vida: una aventura sin fin ni sentido, pero a fin de cuentas, una aventura. Es una selva enredosa y laberíntica imposible de comprender. Todos sufrimos. Tristemente, algunos mucho más que otros. Pero todos somos parte de este caos que no sabemos si nos elevará o arrastrará. Es totalmente absurdo, y es lo que cada uno de nosotros tiene en común.
La realidad es como un padrote drogado. ¿No lo cree usted así?