O lo Uno o lo Otro – Kierkegaard y las decisiones de la existencia

Either Or Cover

O lo Uno o lo Otro (Either/Or en inglés) es un libro de filosofía como pocos. En vez de ofrecer un método sistemático y complicado para explicar las cosas, nos presenta una apasionada reseña de una ópera de Mozart, las cartas de un juez, un ensayo de cómo evadir el aburrimiento, y el diario de un seductor que planea la manera perfecta de conquistar a una chica.

Es un libro inusual que a pesar de parecer incoherente nos revela mucho significado a través de sus múltiples perspectivas. Vale la pena entenderlo por sí mismo, ya que nos muestra varias capas de entendimiento a través de un formato que invita a la curiosidad.

El libro fue escrito por Søren Kierkegaard, filósofo danés nacido en 1813. Kierkegaard es referido por algunos como el padre del existencialismo, corriente filosófica que se centra en el individuo como un ente libre en el mundo que debe tomar sus propias decisiones. En su tiempo, esta era una perspectiva única y novedosa en la filosofía, ya que la tradición hasta ese punto se enfocaba en buscar ideas y métodos que fueran universalmente aplicables y definieran la realidad alrededor de nosotros.

La filosofía dominante en Dinamarca durante la vida de Kierkegaard fue la de Hegel, uno de los filósofos más relevantes de la historia. Para Kierkegaard sin embargo, el problema con la filosofía de Hegel es que era un complejo sistema de abstracción que trataba de explicar toda la realidad.

En cambio, el danés notó que las experiencias de dos individuos podían ser completamente distintas, por lo que optó por explorar el mundo interno de los humanos. En Lo Uno o Lo Otro podemos explorar este acercamiento al introducirnos en las perspectivas de varios personajes.

Un diálogo entre dos personas

O lo Uno o lo Otro está dividido en dos partes, cada una dominada por los escritos de un personaje distinto. La primera parte le concierne a alguien solamente conocido como A, mientras que la segunda le corresponde al juez Wilhelm (a quien nos referiremos como B). El libro presenta los escritos como una correspondencia entre ambos, mostrandonos sus perspectivas casi opuestas lado a lado.

A vive su vida de manera estética y está enfocado en maximizar el placer y minimizar el aburrimiento. Es una persona conocedora interesada en el disfrute de las artes, embriagada por la dulzura de la melancolía, y en una constante búsqueda de crear instantes poéticos que le resulten inspiradores y memorables.

Por el otro lado está B, quien vive su vida de manera ética. Él cree en la paciencia y en la aceptación del aburrimiento como maneras de forjar el carácter, formarse un propósito en la vida y de aceptar que las cosas no siempre serán como nosotros las queremos.

Retrato de Kierkegaard

Søren Kierkegaard

Cuando leemos Lo Uno o lo Otro, primero leemos la juguetona perspectiva de A, para luego pasar a las ideas introspectivas de B. Con estas descripciones, es fácil imaginar que los textos de A, llenos de atrevimiento y cortejo, son más divertidos que los sobrios sermones de B. En el tiempo de Kierkegaard, partes de la obra, como el Diario del Seductor, llegaron a ser publicadas por sí solas.

Sin embargo, esta es una idea que el filósofo desaprobó, ya que su meta era la de introducirnos a dos mentes contrastantes para que entendiéramos cómo desarrollar nuestras propias ideas y llevar nuestra existencia a un espacio que pueda balancear lo estético y lo ético.

A primera vista, la manera dominante en que estos modos de vida son explorados es a través del amor. Cada autor nos presenta sus perspectivas del amor, tratando de explicar porque las prefieren.

A admira el amor romántico y caballeroso, inspirado en la figura de Don Juan, el seductor más icónico de la cultura occidental. El esteta está convencido de que los romances le pueden traer sabor y entretenimiento, proporcionando una variedad que llenará su vida de experiencias únicas y memorables.

A través de la ópera Don Giovanni de Mozart, A explora la belleza poética del erotismo y del acercamiento caballeroso, convencido de que la seducción es como la música: llena de movimiento y elegancia, capaz de brindar momentos de belleza que tocan nuestro ser y nuestra alma.

Pintura de Don Giovanni

Don Giovanni seduciendo a una damicela

La culminación de estas ideas llega en el Diario del Seductor: un elaborado registro de las tácticas que sigue un seductor para tejer una telaraña y capturar a una joven chica en la trampa del amor. El conquistador, con un dominio total de la situación, inspecciona cada gesto, palabra, y acercamiento para ganarse la confianza de su presa.

Amar sólo a una es muy poco; amarlas a todas es ser superficial; conocerse a uno mismo y amar a tantas cuanto sea posible, dejando a tu alma esconder los poderes del amor en sí mismo, para que cada una reciba su sustento particular mientras la conciencia lo abraza todo – esto es disfrute, esto es vivir.

Johannes, el Seductor

Sin embargo, una vez que estos se comprometen, el seductor maquina para convencer a la chica de romper el compromiso. Después de experimentar el máximo placer poético con la joven, él prefiere abandonarla para preservar la belleza de sus recuerdos intacta y evitar sucumbir al aburrimiento.

Por el otro lado, B es un defensor del matrimonio. En sus cartas dirigidas a A, este desaprueba su comportamiento, ya que viene de un lugar de egoísmo, utilizando a las chicas para su propio disfrute y luego abandonándolas en la cúspide del amor.


Ya que el libro es del siglo XIX, me gustaría expandir la definición de matrimonio a cualquier relación seria entre dos personas. Cualquier instancia donde mencione matrimonio también aplica a relaciones de este tipo.

B cree que el matrimonio es la verdadera manifestación del amor, ya que se despreocupa de las temporalidades y busca la constante convivencia con la pareja. B explica cómo en el matrimonio es necesario presentarse a la otra persona de manera honesta, revelando nuestro propio ser como condición para que se puede dar el verdadero amor.

Esto ocurre en contraste a las interacciones que tiene A con las mujeres. Ya que su cortejo se basa en juegos, planes, y análisis fríamente calculados, jamás deja mostrar su verdadera cara. De igual manera, las chicas embriagadas de amor buscan entregarse totalmente a él, deshaciéndose de su personalidad en el proceso. Esto resulta en dos extraños que juegan un juego sin darse cuenta de quién es el otro realmente.

No, mi amigo; la honestidad, la abertura del corazón, la revelación, el entendimiento, esos son los principios de vida del matrimonio; sin ellos, el matrimonio no es grato y está falto de ética, ya que así separa lo que el amor une: lo sensual y lo espiritual.

B

Esto es fácil de observar cuando platicamos del cortejo y el “ligue” con nuestros amigos y amigas. Tratamos de no contestar al otro tan seguido para no parecer desesperados, pero si lo suficiente como para mantener la tensión. Usamos frases prefabricadas de amor y pretendemos ser expertos por miedo a ser rechazados. Esto nos lleva a un juego de falsedades donde nos comportamos de manera muy diferente a como lo hacemos en la normalidad.

Pintura de Hopper

Cuarto en Nueva York – Edward Hopper

A través de las críticas de B a A vemos como la seducción asume que el amor siempre debe ser resplandeciente y perfecto, abandonandolo todo en cuanto el aburrimiento da la cara. En defensa del matrimonio, B explica que a pesar de que la convivencia constante tiene retos, estos mismo retos nos permiten crecer y convertirnos en las personas que deseamos ser.

Para B, el juego de la seducción no sólo es un mal entendimiento del amor sino de la vida misma, ya que ignora que la totalidad de la existencia no sólo es la diversión, si no también lo es el aburrimiento, la pasividad, el conflicto, el esfuerzo, y el desarrollo de la personalidad.

Las esferas de la existencia

A pesar de que el amor es el tema más prominente en la fachada de la obra (y proveyéndonos buenos consejos sobre el amor en el proceso), Kierkegaard buscaba utilizar este tema como punto de partida para explorar lo estético y ético en términos existenciales, es decir, cómo estas perspectivas pueden definir nuestra manera de vivir.

Para A, la vida presenta una multiplicidad de elecciones. ¿Vivo en este o en aquel barrio? ¿Voy a la fiesta de mi amigo o me voy al bar? ¿Compro helado de chocolate o de vainilla? ¿Salgo con esta persona que me gusta o con la que acabo de conocer anoche? En cuanto elegimos una, necesariamente abandonamos la otra, llevándonos a considerar lo que pudo haber sido.

Ante esto, A nos presenta un sermón que lleva el nombre del libro:

O lo Uno o Lo Otro: Un sermón extático.

Si te casas, te arrepentirás; si no te casas, también te arrepentirás; si te casas o no te casas, te arrepentirás de ambos; ya sea que te cases o no te cases, te arrepentirás de ambos. Ríete de las locuras del mundo, te arrepentirás; llora por ellas, también te arrepentirás; si te ríes de las locuras del mundo o lloras por ellas, te arrepentirás de ambos; ya sea que te rias de las locuras del mundo o llores por ellas, te arrepentirás de ambos.

A

Para A, el acto de decidir es inutil, porque el arrepentimiento siempre se apoderará de él. Debido a esto, convierte a la melancolía en su musa y se regocija en su dulzura. A es un nihilista que se ríe de todo y de todos y que encuentra en la tristeza una guarida cálida.

Los textos de A son apasionados. Cuando explora la ópera de Mozart y la tragedia griega, lo hace con una energía contagiosa. Y cuando explora la tristeza y la pena, lo hace con admiración y con un sentido de pertenencia, enorgulleciendose de saborear el lado amargo de la vida.

Si, dejemos al vórtice que es el principio esencial del mundo, aun cuando las personas no estén conscientes de él y ocupadamente coman y beban y se casen y procreen sin prestar atención, dejémoslo avanzar y en su resentimiento hacer de menos a las montañas y a las naciones y a los logros culturales y a las astutas creaciones del hombre, dejémoslo avanzar con un último y terrible grito. […] 

¡Brindo por tí, eterna madre de todas las cosas, silenciosa noche! […] ¡Brindo por tí, oscura noche, brindo por tí como vencedora, y este es mi consuelo, ya que haces a todo más breve, al día, al tiempo, a la vida, y a la tribulación de la memoria, en el olvido eterno!

A

Conforme leemos a A y descubrimos su lado melancólico, también nos damos cuenta de que salta de una cosa a otra en la vida. Sus intereses son diversos, demostrado por la variedad de temas que cubren sus textos. Uno de los más interesantes es el de la Rotación de Cultivos, donde establece un método para burlar al aburrimiento.

El método que propongo consiste no en cambiar la tierra, pero como en la verdadera rotación de cultivos, cambiar el método de cultivo y el tipo de granos. Aquí, inmediatamente, vemos el principio de la limitación, que es el único principio salvador del mundo. Entre más te limitas, más ingenioso te vuelves. Un prisionero en cadena perpetua se vuelve el más ingenioso: una araña le puede proveer un gran entretenimiento.

A

¿Cuántas veces no hemos probado el mismo platillo múltiples veces y nos hemos aburrido de él? ¿O hemos escuchado una canción tanto que ya no la disfrutamos como antes? Esto es lo que preocupa de sobremanera a A, por lo que busca introducir la diversidad dentro de su vida.

Pintura de Bacon

Autorretrato – Francis Bacon

¿Para qué casarse si puedes salir con docenas de parejas, cada una trayéndote una experiencia distinta? ¿Para que entregarse a una vocación si puedes experimentar con múltiples intereses? La búsqueda de A es la de maximizar el placer y el entretenimiento. El nos diria entonces, ¿Qué no es la vida para disfrutarse?

Ante estas preguntas se manifiesta B, quien a través de sus cartas reta la forma de vida estética de A. Para el juez, la vida estética llena de distracciones no es más que una constante evasión de la realidad. B explica cómo A se encuentra en constante agitación, siempre hambriento de novedad, jamás satisfecho con lo que tiene.

Tu crees que solamente un alma inquieta está viva, mientras que todos los hombres experimentados piensan que solamente el espíritu en calma vive. Para tí, un mar turbulento es una imagen de vida. Para mí, las aguas inmóviles y profundas.

Yo seguido me siento al costado de un pequeño trecho de agua fluyendo. Siempre es la misma, la misma suave melodía, la verdura en su seno, balanceándose debajo de sus tranquilas olas, las mismas pequeñas criaturas moviéndose debajo, un pequeño pez que se desliza debajo de la sombra de las flores, abre sus aletas contra la corriente, se esconde debajo de una piedra. ¡Qué uniforme, pero al mismo tiempo, qué riqueza de cambios!’

B

Para B, la distinción principal es que la persona estética busca constantemente satisfacerse mediante circunstancias externas, mientras que la persona ética se acepta a sí misma y a su entorno. ¡Cuando tenga ese auto seré feliz! ¡Sólamente que me promuevan en el trabajo y todo cambiará! Exclamaciones como estas depositan nuestro bienestar en el exterior, en vez de invitarnos a mostrar una actitud distinta hacia nuestro entorno.

Esto no quiere decir que no podemos desear por un mejor futuro para nosotros y nuestros seres queridos. La sutil diferencia yace en entender que el lugar donde estamos y quienes somos se han dado, en parte, gracias a circunstancias fuera de nuestro control, y en parte, por nuestras propias decisiones. Ya que no podemos cambiar el pasado, nuestras opciones se vuelven ignorar esto y evadirnos constantemente, o bien, aceptar las condiciones de nuestra existencia.

Esto es lo que B llama elegirse a uno mismo. Cuando nos elegimos a nosotros mismos, aceptamos quienes somos y lo que nos ha tocado: nuestras virtudes, nuestros defectos, las cosas buenas en nuestra vida, las tragedias, los amigos que tenemos o no tenemos, con sus virtudes y defectos, a nuestra pareja existente o inexistente, con sus virtudes y sus defectos, y todo lo demás que conforma nuestra existencia.

Pintura de caspar david friedrich

Salida de la luna sobre el mar – Caspar David Friedrich

Cuando nos elegimos a nosotros mismos, la frustración de haber elegido el helado de vainilla en vez del de chocolate, el miedo de pensar que una pareja no es suficiente para nosotros (o que no somos suficientes para ellos), y la angustia de reconocer nuestros errores se pueden volver más llevaderos.

Cuando el espíritu se encuentra a sí mismo todas las pequeñas penas desaparecen, todas esas razones que en la perspectiva de algunos producen melancolía — que uno no puede encontrar su lugar en el mundo, que uno llegó al mundo muy pronto o muy tarde, que uno no puede encontrar su lugar en la vida; pero para la persona que se elige a sí misma eternamente, no es ni muy pronta ni muy tardía su llegada al mundo, y la persona que se posee a sí misma en su validez eterna seguramente encontrará su significado en la vida. 

B

Pero este no es un proceso sencillo. La razón por la que A se evade constantemente del aburrimiento es porque en el momento en que detenga sus actividades, se verá obligado a enfrentar su realidad. Cuando nos damos cuenta de quienes somos y lamentamos el tipo de vida que pudimos haber tenido si hubiéramos decidido de una manera distinta, sucumbimos a la desesperación.

Gracias a la dificultad de este enfrentamiento, resulta mucho más reconfortante permanecer en la melancolía. Siendo un lugar conocido donde podemos soñar y contemplar sin tener que realizar un cambio drástico, es entendible que muchos permanezcamos aquí por pavor a enfrentar el abismo dentro de nosotros mismos.

Pero si estamos dispuestos a luchar contra la desesperación, tenemos mucho por ganar. Cuando vivimos de manera estética, no escogemos por nosotros mismos (uno o lo otro, te arrepentirás). Pero cuando vivimos de manera ética, la distinción entre lo que es bueno y malo para nosotros y otros se revela más claramente.

La claridad de estas diferencias también lleva a ver todo lo que está mal en nosotros. Pero gracias a este entendimiento, nos vemos equipados para tomar las decisiones que gradualmente nos conviertan en quien nos queremos convertir.

A través de la correspondencia entre A y B, Kierkegaard nos lleva a contemplar estas dos maneras de vida directamente, convenciendonos de la primera para luego hacernos cambiar de opinión. Así, aprendemos cómo podemos cambiar nuestras propias vidas y llevarlas a un mejor lugar.

La muñeca rusa de seudónimos

Un aspecto que es simultáneamente divertido y confuso de la obra de Kierkegaard es su uso de seudónimos. O lo Uno o lo Otro no fue inicialmente publicado bajo su nombre, si no que esto fue el trabajo de un ficticio editor llamado Víctor Eremita.

En el prefacio del libro, Víctor nos narra cómo un día entró a un bazar y se sintió irremediablemente atraído a un viejo escritorio. Después de adquirirlo, encontró un compartimiento secreto que contenía un centenar de papeles conformados por cartas, diarios, y manuscritos.

Estos papeles son los ensayos de A (quien en turno dice haber encontrado el diario de Johannes el seductor), y las cartas de B (quien además le comparte a A una carta del sacerdote Jutland). Víctor decide publicar estos documentos como editor, incluso haciendo una irónica referencia a lo absurdo de la cantidad de seudónimos:

Este es un viejo truco de escritores de cuentos cortos, al cual no me objetaría si no me pusiera en una posición tan complicada, porque presenta a un autor yaciendo dentro de otro, como en una caja de rompecabezas china.

Víctor Eremita

Diagrama de los seudonimos

El uso de seudónimos es interesante por varias razones. Primero, es una excelente herramienta para ponernos en los zapatos de otros personajes. Nos ayuda a considerarlos como personas reales, con filosofías de vida, preocupaciones, y deseos.

Así mismo, funciona de manera similar a los diálogos de Sócrates, en los que él interrogaba a distintas personas para explorar temas diversos. Sin embargo, aquí la figura del filósofo está ausente, permitiéndonos adentrarnos de lleno en la cabeza del personaje y sus pensamientos.

Aunque ahora sabemos que Kierkegaard está detrás de todo esto, podemos interpretar su ocultamiento como un deseo de no establecerse como una figura de autoridad, mostrando una intención de revelar estas perspectivas sin tomar en cuenta que fueron escritas por una eminencia.

Pero como bien dice Víctor, esto hace nuestra labor como lectores más complicada, ya que constantemente tenemos que considerar la perspectiva inmediata de los seudónimos, así como el mensaje en contexto de las ideas de Kierkegaard.

A pesar de las dificultades, creo que este mecanismo, además de ser muy original, nos lleva a reflexiones más profundas y transmite la ideas del libro efectivamente. ¿Cómo podemos considerar la perspectiva de otros más que escuchandola de ellos mismos?

El debate interno de Kierkegaard

Lo que agrega una capa más de interpretación al libro es la vida del autor y el momento en el que escribió la obra. Antes de publicar O lo Uno o lo Otro, Kierkegaard estaba comprometido con su pareja Regine Olsen. Sin embargo, el filósofo decidió romper el compromiso, devastando a Regine.

Kierkegaard lo hizo porque se veía sometido a una profunda tristeza y melancolía que no deseaba compartir con ella. Así mismo, sentía un llamado a la vida célibe religiosa. Siendo un profundo creyente cristiano, prefirió entregar su vida a Dios, a la escritura filosófica, y a una profunda búsqueda solitaria.

Con esta información podemos ver que el libro trata temas muy cercanos a la vida personal de Kierkegaard. Las perspectivas de A y B pueden ser interpretadas de muchas maneras: ya sea como una apología de las acciones del autor, un mensaje a su ex-pretendiente, o un angustioso debate dentro de la cabeza de Kierkegaard.

Retrato de Regine Olsen

Regine Olsen

A mi me gusta verlo como un debate ya que se alinea con la perspectiva existencialista del libro. ¿Cuántas veces no nos hemos arrancado los pelos de la angustia por decidir entre lo uno o lo otro?

Uno de los aspectos centrales del existencialismo es que cada individuo se enfrenta a la experiencia de su vida de manera distinta, y por ende se encontrará con encrucijadas donde tendrá que tomar una decisión. En estos momentos es cuando consideramos nuestra existencia y decidimos hacia donde queremos llevarla.

Siendo Kierkegaard un individuo como cualquiera de nosotros, podemos verlo en una de estas encrucijadas y lidiando con la angustia que implica tener que tomar una decisión y vivir con el remordimiento de lo que pudo ser.  Ver al filósofo como una persona ordinaria, angustiado como cualquiera de nosotros, vuelve a su mensaje uno más humano.

El discurso edificante

Al final del libro, B comparte una carta que recibe del sacerdote Jutland. A través de esta, Kierkegaard nos muestra un atisbo de la que él considera la tercera esfera de la existencia: la esfera religiosa. Como filósofo cristiano, Kierkegaard cree en la importancia de la entrega religiosa, lo cual explora en otros libros como Temor y Temblor.

En el discurso, el sacerdote nos dice que ante Dios siempre estaremos equivocados. Pero en vez de que este pensamiento nos deprima, debería resultar edificante. El sacerdote explica que cuando un amigo se equivoca, en lo profundo de nuestro ser, deseamos ser nosotros los que estamos equivocados, ya que le amamos.

¿Por qué deseaste estar equivocado ante otro ser humano? ¡Por que amas! ¿Por qué es esto edificante? ¡Por que amas! Entre más amabas, menos tiempo tenias para considerar si estabas en lo correcto o no; tu amor no tenía más que un deseo: que pudieras estar equivocado.

Sacerdote Jutland

Este pensamiento funciona como un plot twist después de leer el debate entre A y B. Primero, A nos trata de convencer de la multiplicidad de la vida, de cómo la infinidad de opciones siempre nos llevará al arrepentimiento. Después, seguimos los contra-argumentos de B, quien cree tener la perspectiva correcta sobre cómo se debe vivir la vida.

pintura de el greco

La Revelación de San Juan – El Greco

¿Pero cómo puede estar B tan seguro de lo que dice? ¿Podría estar equivocado? El sermón del sacerdote introduce de nuevo la duda. Aún cuando creamos hacer lo correcto, es muy probable que estemos equivocados. Ante la complejidad de la existencia, siempre nos tropezaremos y encontraremos dificultades.

Esto, sin embargo, no quita mérito a la perspectiva ética. Aunque no sepamos realmente qué es lo correcto, podemos hacer nuestro mejor esfuerzo. Y como nos dice el sacerdote, saber que estamos equivocados puede ser liberador, ayudándonos a no ser jueces severos con nosotros mismos y a aceptar que la vida es un proceso de forcejeo y aprendizaje.

¿Podemos conciliar todas estas perspectivas? Probablemente no. Pero para Kierkegaard no todo debería ser conciliable. ¿Por qué tendría todo que hacer sentido y ajustarse a nuestras expectativas? La vida está llena de contradicciones, y eso está bien. Sólo nos queda la difícil, pero liberadora, labor de aceptarlo.

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